En el año 79 d. C., el Monte Vesubio entró en erupción, enviando una espesa nube de ceniza y piedra pómez sobre la ciudad de Pompeya, sepultándola a ella y a sus habitantes. La erupción duró dos días y, cuando terminó, Pompeya y la ciudad cercana de Herculano habían quedado enterradas hasta 25 pies de ceniza y piedra pómez.